Diez SIENTOS sobre la pintura de Jara Bedmar


Siento chispas que surgen de las piedras y pasadizos avanzando sobre sótanos gris marengo: sobre la cotidianidad irrumpe un gorrión de luz.

Siento surgir en el cañamazo del tedio el recuerdo de una flor.

En cada túnel se presiente el final: allí el regalo de la belleza.

Siento que una sola mota alegrista hace dudar de los armazones de la tristeza.

Lo dinámico asusta a lo estático: el impacto de una pedrada hace temblar todo el lago.

Siento que la niña nunca se ha ido, que la infancia son círculos y curvas y colores comestibles; siento que los pinceles se cogen con dientes de leche.

Siento la realidad, la costumbre, la tradición y la nada cósmica, siento cuadros llenos de horror simétrico donde de pronto la antorcha, el arte, la esperanza.

Siento que la muerte nunca llega hasta el hueso, que vivir es renacer y cada cuadro un todavía.

JEANETTE WINTERSON - ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

Año de publicación: 2011
Editorial: Lumen
Págs: 256

Tres reglas cumple este libro para ser una gran autobiografía: a) cuenta hechos dignos de contarse b) está bien contada y c) la autora tiene cultura.

LOS HECHOS SON DIGNOS DE CONTARSE:
A menudo las autobiografías fracasan porque la vida que narran no es nada interesante. No es el caso de la vida de la autora, que fue una niña adoptada a las seis semanas de nacer por un matrimonio formado por evangelistas pentecostales muy integristas, sobre todo su madre adoptiva, que era una ogresa que nunca tenía sexo con su marido, maltrataba de continuo a su hija, le prohibía leer otro libro que no fuera la Biblia y la acabó expulsando de casa cuando descubrió su querencia amorosa por personas de su mismo sexo. La autora del libro descubrió mucho más tarde, cuando su familia adoptiva ya había fallecido, que su madre biológica estaba viva, por lo que emprendió los pasos para encontrarla, si bien con mucho tiento, pues para entonces ya se había convertido en una escritora famosa en el Reino Unido.

ESTÁ BIEN CONTADA:
Que Winterson es una gran escritora se prueba en que sabe manejar muchos materiales heterodoxos sin ahogarse y se detiene cuando merece la pena para hacer cargas de profundidad. A veces es una moralista y a veces es una fotógrafa; pero lo mismo cuando escribe con voz íntima que con voz pública sabe cocinar los materiales sin que se noten los ingredientes. Este libro es una narración y además una crónica y además un ensayo donde se respira magistralmente: la autora acelera o decelera tu ritmo de lectura; te sugiere dónde quiere que vayas rápido y dónde debes detenerte.

LA AUTORA TIENE CULTURA:
Me aburren mucho las novelas que se limitan al delectare de contar una historia y-ya-está. Pertenezco a esa estirpe de lectores que se entusiasma con el QuijoteLos Miserables o Memorias de Adriano porque, en ellos, además de una historia, existe el docere de una parte ensayístico-filosófica que me hace sentir que la lectura no fue una pérdida de tiempo. ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? está plagado de ensayitos deliciosos, colocados con maestría en todas las partes del libro, que lo llenan de profundidad. Se puede leer la obra como una historia pero también como un pequeño manual de feminismo, de antithatcherismo o como un libelo contra la familia tradicional. Hablo de cultura y también hablo de inteligencia y sensibilidad para saber desbrozar esa cultura para hacérmela viva y fértil, no mera recopilación erudita.

En suma, Jeanette Winterson es una señora escritoraza y ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? un señor librazo.

Los momentos de la obra que más me han gustado: cuando habla sobre los prejuicios que existen contra las mujeres escritoras (págs. 11-12); cuando su madre descubre los libros que ocultaba debajo del colchón (págs. 49-50); cuando reflexiona sobre el concepto del hogar al hilo de un ensayo de Mircea Eliade (págs. 68-69); cuando se disgusta ante la Lolita de Nabokov, que marca el comienzo de su feminismo (págs. 134-135); cuando se desengaña de Margaret Thatcher y se da cuenta del daño del neoliberalismo (págs. 152-153); cuando reflexiona sobre la dificultad de amar que tienen las niñas adoptadas (pág. 200); y cuando escribe una historia universal de la herida (págs. 235-237).